Cuando Alberto miró la facturación del año que estaba a punto de terminar, no podía estar más contento.
Había superado todas sus expectativas. Su consulta estaba consolidada, los pacientes parecían satisfechos, comenzaban a llegar por boca a boca y tenía todo en orden. Era momento de disfrutar de lo conseguido.
Unos 6 meses después, vio que ese año le costaría igualar el resultado del año anterior.
Empezó a pensar en qué podría estar fallando, pero tampoco le dio mucha importancia. Era cierto que mejorar la web seguía siendo un asunto pendiente y que la competencia se estaba poniendo las pilas… pero quizá fuera algo temporal que se arreglaría solo.
Aquel año acabó con un 9% menos de facturación, pero como todavía estaba en beneficios, no quiso atender algo que ya le habían advertido los números. Su presencia digital estaba descuidada y había perdido su ventaja para atraer pacientes porque no había sabido adaptar su web a los nuevos tiempos.
Las visitas llegaban a la web, pero no pedían cita. Y todo pese a ofrecer teleconsulta, como los demás, y tener unas tarifas y servicios muy similares a los de la competencia.
¿Por qué estaba perdiendo no solo estaba dejando de crecer, sino que perdía terreno cada mes que pasaba?
Entonces pensó que, quizá, solo quizá, debía hacer otra cosa.
Dejar de sonar como los demás cirujanos y hablar solo de un problema. Solo uno. No es que dejara de atender otras lesiones si se presentaban en su consulta. Si no que, en la web, iba a postularse como «el cirujano» experto en ese problema. Al fin y al cabo, tenía la experiencia. Y además disfrutaba de esa cirugía. Quizá no era el mejor, pero estaba por encima de la media.
Así que comenzó a buscar en la red. Encontró un libro de marketing para médicos con consulta propia. Lo devoró en un fin de semana y quiso hablar con su autor. Parecía que hacía exactamente lo que él iba buscando. Así que tuvieron una reunión.
Alberto le explicó qué quería hacer. Quería saber si su idea tenía sentido.
Y aquel consultor de marketing, que había trabajado con decenas de consultas privadas como la suya y tenía la experiencia que él buscaba, le ayudó a verlo claro. Había poca gente que tuviera el dominio de Alberto en esa cirugía. Y, aunque los hubiera mejores, ninguno iba a tener una web centrada en hablar única y exclusivamente de ese problema y de cómo Alberto podía solucionarlo. Y si eso sucedía algún día, serían una burda copia de la web de Alberto.
Se pusieron manos a la obra. En pocas semanas, el consultor y su equipo montaron una web hiperespecializada.
Y, casi desde el primer día, los pacientes comenzaron a llegar de nuevo. Al principio lo anunció entre sus pacientes actuales. Luego se anunció en Google y, al poco tiempo, el efecto bola de nieve hizo que tuviera su agenda llena a tres meses vista. Como en los buenos tiempos. Mejor aún que en los buenos tiempos. Porque antes 8 de cada 10 pacientes que atendía eran de aseguradoras. Ahora, con su nueva web, había duplicado el volumen de pacientes 100% privados. Si todo iba según lo previsto, en 24 meses rompería sus acuerdos con las aseguradoras (a las que detestaba) y su facturación, lejos de mermarse, aumentaría considerablemente.
La clave del éxito de Alberto fue su capacidad de salirse del redil. De hacer las cosas de otra forma.
Para los que entienden el (tremendo) potencial de una web hiperespecializada y la capacidad (inmensa) que puede tener para atraer pacientes privados y consolidar tu consulta, tengo esto:
> Las claves de una web hiperespecializada que atrae pacientes privados
Es un vídeo donde revelo la estrategia que aplicamos en el caso de Alberto. Puede que te interese tomar notas. Tal vez te anime a que hablemos. Si es así, puedes contar con mi experiencia y conocimientos como experto en proyectos web para médicos con consulta propia.
Que pases un gran día,
Javi «hiperespecializado» Vicente
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